martes, 22 de marzo de 2011

Escritor de segunda

¿Donde enseñan a escribir?
Por Carlos Manuel Álvarez

Cuando yo llegué a La Habana, lo confieso, sin quitarme aún el polvo del camino lo primero que hice fue averiguar donde vendían algo de comer. Traía, como todo inocente de provincia, un hambre atroz. Y más tarde –solo más tarde-, dispuesto a saciar las otras apetencias elementales, pregunté dónde enseñaban a escribir. (No pude hacer como Lezama: “el libro es el primer pan del hombre razonable. Después viene el cordero. Pero después viene el cordero. Inevitablemente”.) Obvio, se me echaron a reír en la cara. O eso creía.

viernes, 18 de marzo de 2011

Cementerios

Cuando llegué a esta carrera de periodismo (por decirle de algún modo) soñaba con escribir LA crónica, y deseos no me faltaban. El primer gran choque lo tuve sin salir del aula, Carlos me dejó con el ánimo por los suelos. Y desde entonces me he contentado con escribir alguna que otra cosita. Hace poco encontré esta. Sigo esperando, desde entonces, que se me ocurra algún comentario digno de ella. 
                      Julio

Por Juan Orlando Pérez
La lluvia amarga del otoño cae sobre el cementerio en la colina de Harrow. La tarde se desvanece. Qué soledad tenaz la de los muertos cuando cae la noche, y las puertas de la iglesia de Saint Mary se cierran, después del último servicio, y el párroco baja el camino oscuro de la colina. Los muertos solos con la lluvia fría, que empapa la hierba y se cuela por laberintos de insectos hasta llegar a los huesos, que se estremecen de frío y de aburrimiento. Yo también siento frío y tedio en los huesos, un tedio de muertos muy viejos. Pero yo no estoy muerto.

domingo, 13 de marzo de 2011

Subida al Pico Turquino: El destino de los otros

Por Carlos Manuel Álvarez
Tomado de CubaDebate
El guía
Edinio Martín fuma, con envidiable calma, el primer cigarro del día. Y observa con indiferencia el Mar Caribe, la mancha oscura y plana que descansa allá, bien lejos, a lo largo del horizonte. Detrás, imponente, cuidándole las espaldas, la Sierra Maestra. El paisaje impacta. Abruma. Parece un sitio prehistórico, un rincón del Pleistoceno.

Edinio Martín: su recorrido en verdad son uno y medio, o dos recorridos

Foto: Aline Marie Rodríguez

Pero Edinio Martín fuma con extrema paciencia. Llena sus pulmones de humo y se siente feliz, entero, como siempre. Nada de esto luce fuera de su alcance. El lugar ha caído en la rueda dentada de la costumbre, y ya no es, por tanto, un lugar imaginario. Existe. En el Oriente cubano. Y es motivo de historias, diálogos, fabulaciones. Aunque a Edinio Martín nada de esto le preocupe, pues solo le interesa su trabajo. Y seguir siendo un hombre feliz, que es a la larga lo más difícil.
Termina de fumar, se levanta de la butaca, y estira los brazos y las piernas. Es mulato, no muy alto, de nariz grande y pronunciados pliegues en la frente. Lleva un par de botas negras marca Coloso, pantalón de camuflaje, pullover ancho y gris, gorra beige. Son poco más de las seis de la mañana. Es la hora. Ya empiezan a caer sobre Cuba las primeras luces del amanecer.

sábado, 5 de marzo de 2011

Abrir es... abrir

Por Luis Sexto
Tomado de Juventud Rebelde
Estamos en verdad viviendo una etapa de rectificaciones cruciales. De cuantos nos empeñamos en mantener sinceramente la fidelidad a las ideas y fines esenciales de la Revolución Cubana, ninguno miente, ni juega con la confianza o las esperanzas de nuestros compatriotas. Y me incluyo, aunque de mí no dependa ninguna decisión, porque escribo, y escribo con la intención de difundir la certeza de que en Cuba hoy se piensa y se actúa para trascender lo precario sin renunciar a los valores de la justicia social y la independencia.