sábado, 23 de octubre de 2010

Vivir del cuento, o del canto...

Reggaeton no debería ser sinónimo de mediocridad

Por Julio Batista
Ayer viernes fue el cumpleaños de Yero, mi amigo. Y para celebrarlo algunos nos fuimos a la fiesta de la Universidad que se hizo el jueves en la noche en El Pedregal, uno de los centros nocturnos más conocidos de la Ciudad de La Habana. Pero, aunque la fiesta comenzó "bien arriba", no fue lo que esperábamos.

Cuando los ánimos de la juventud reunida allí comenzaban a ponerse a punto, entraron en escena unos personajes vestidos graciosamente y ataviados con gafas oscuras, apesar de la poca iluminación y de ser las 12:30 pm. Unos verdaderos "reggaetoneros", que se encargaron de poner caliente la pista, o al menos eso decían ellos que estaban haciendo.
Pareciera que ya nadie quiere estudiar ni trabajar, tampoco quieren hacer honor al refrán y vivir del cuento, ahora parece que resulta más sencillo vivir del canto (si a eso se le puede llamar cantar).
Conste que para nada estoy en contra del reggaetón como género musical, por el contrario, soy de los que relajo el esqueleto cuando el ritmo suena. Pero una cosa es eso y otra muy diferente es pensar que cualquiera vestido como un payaso y diciendo cualquier cosa sobre un escenario es música.
Gente de Zona, uno de los buenos ejemplos 























Ya sé que todos lo cubanos tenemos algo de músico, poeta y loco; y por eso mismo me indigana sobremanera el hecho de que me quieran pasar gato por liebre. Porque si se música se trata, en Cuba sobran ejemplos, de los buenos por supuesto.
Tampoco es culpa únicamente de esos "abusadores del género", que a fin de cuantas solo son responsables de martirizar al público por más de una hora, habría más bien que enjuiciar a quienes les permiten subirse al escenario, a quienes deciden su participación. No quiere esto decir tampoco que no se les de oportunidades a los que empiezan, pero por favor, es darle oportunidades al talento, no a la mediocridad; para evitar así que los bailadores tengan que soportar la falta de originalidad y los estribillos copiados hasta el cansancio.
Hasta cuándo tendremos que soportarlos. Si solo contribuyen al desprestigio de la música nacional, ¿por qué siguen ahí? ¿Esperaremos que la mala calidad de unos cuantos manche el desarrollo que el género ha tenido en Cuba? Ojalá que no, por bien del reggaeton cubano, y por el de quienes lo oimos.

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