jueves, 4 de noviembre de 2010

Sin ¡AZUCAR! la salsa no tiene sabor


Más allá de la política, Celia destilaba cubanía a cada paso
EN EL ANIVERSARIO 85 DEL NATALICIO DE CELIA CRUZ
Por Jaime Masó Torres
Evocar  a una estrella no es una empresa fácil. Más si se trata de un icono de la música popular cubana que traspasó todas las fronteras para imponerse con su carisma y sabor. Celia Cruz cumpliría en octubre de 2010, 85 años de vida. Impidió la naturaleza que hoy estuviera con nosotros, mas nos da la oportunidad de rendirle el siempre obligado tributo. Nadie duda que Celia fue en vida, y aún lo es, una de las cantantes cubanas y latinoamericanas más exitosas del siglo XX.En materia discográfica el total de 22 álbumes de oro grabados a su nombre así lo corrobora. Detrás de cada una de esas excentricidades en el vestir, se escondía una persona sumamente sencilla, humilde y, por qué no, sufrida. Hablemos de Celia, olvidándonos, por este momento, lo mucho o lo poco que pudo decir en cuestiones políticas y valoremos su arte, su entrega en la tarima. Creo en la posibilidad “sanadora” de la cultura. Confío en todas las potencialidades del humano para curar esas heridas de ayer. A quienes hicieron historia no se les puede dar la espalda y menos intentar borrar su página. Les propongo un breve acercamiento a la figura de la Guarachera de Cuba, matizado con algunas anécdotas y opiniones de Adriano Rodríguez, Omara Portuondo, el cineasta Enrique Pineda Barnet,  Juana Bacallao entre otros, y principalmente de Lolina, la única sobrina de la intérprete residente en la Isla. No hablemos de “resurrección”, Celia nunca ha muerto.
 “Aquí estoy yo en nombre de mi tía”
A Irene Dolores Hernández Ramos nadie la conoce por su nombre en la barriada de Santos Suárez, en el municipio capitalino 10 de octubre. “Lolina, la sobrina de Celia” es el sobrenombre que sustituyó hace mucho tiempo el original. “A tía Celia la tengo aquí adentro”, me dice mientras se toca el pecho y humedecen sus ojos. “Dicen que somos una  gotica de agua ella y yo, nos parecemos, ¿verdad?”. Nuestro primer encuentro se produjo en la mañana del domingo 17 de octubre de 2010. Los recuerdos vividos junto a Celia aún permanecen en Lolina como “uno de los más grandes tesoros” de su vida. Cuenta Lolina, mientras me enseña algunas de las fotos y dedicatorias hechas por Celia, que en cierta oportunidad se encontraba junto a la cantante en los ensayos dirigidos por Roderico Neyra (Rodney), fundador y director de Las Multas de Fuego, grupo al que pertenecían, entre otras, Elena Burke, Vilma Valle y  Celia como guarachera. “Como muchacho al fin, empecé a correr por el escenario y me gané el regaño de Rodney quien le dijo a mi tía: Oye, pero que malcriá está tu sobrina.
Tía nos celebraba casi todos nuestros cumpleaños. Para que sepas una cosa, a mi me dicen Lolina por ella. Yo no sé –se queda mirando una de las fotografías de la intérprete- todos los días rezo  a Dios y le pido al espíritu de mi tía que me proteja y me ayude”.
Lolina vive junto a sus hijos y diez nietos. Es una casa pobre, pero se respira allí la fragancia de Celia, sus raíces (hasta las más pequeñitas, como es el caso de su sobrina –nieta Celia María) están vivas. En verdad es Lolina una copia de su tía, lo lleva en la sangre. “Pá lante míjo, que Dios te bendiga y… ¡azúcar!”, me dice como quien quiere cerrar con broche de oro.

Su voz marcó una época
“No sé que tiene tu voz que fascina…”
Apunta el musicólogo Radamés Giro en su Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba que Celia de la Caridad Cruz Alfonso nació el 21 de octubre de 1925. Hija de Catalina Alfonso a quien se le conocía como Ollita y Simón Cruz, opuesto inicialmente a la idea de ver a su hija convertida en artista, dado los machismos de la época. Más de un escritor ha tratado el tema (casi convertido en el auténtico cuento de La Cenicienta) en el que Celia le cantaba a sus hermanos y las personas se acercaban para oírla. La propia cantante lo declaró en vida, mas, la realidad ha sido “edulcorada” por algunos de sus biógrafos.
Lo demás es casi historia conocida: su triunfo en el espacio La Corte Suprema del Arte programa que propició el “hallazgo” de jóvenes que, tiempo después, llegaron a convertirse en figuras consagradas del arte cubano. Ahora bien, antes de ingresar a la Sonora Matancera, Celia se presentó como solista en algunos de los bares y cabarets de La Habana. Luego es contratada por la Emisora del Progreso Cubano, hoy Radio Progreso. Con la Sonora, Celia desarrolló una de las etapas más fructíferas en su vida artística. Se dice que inicialmente recibió el rechazo del público, acostumbrado este al estilo que había implantado en el conjunto la puertorriqueña Myrta Silva. Eso sí, una voz potente caracterizaba a aquella negrita de Santos Suárez que rápidamente se convirtió en la figura central de la agrupación más popular en aquel entonces. El cantante Adriano Rodríguez es uno de los que asegura la afirmación anterior. “Era una mujer con un talento único, envidiable”, confiesa Adriano en una conversación que sostuvimos. “Muchas veces coincidíamos en Radio Progreso y juntos aparecimos en la televisión de la época.
Fuimos muy buenos amigos y eso me enorgullece”. Como cantante, continúa el autor citado, Celia escogía su repertorio que, unido a su voz, daba un acabado artístico inigualable. Tal característica, la distinguió por más de cuatro décadas.

“... mi cabecita de algodón”
Si bien fue Pedro Knight el hombre que acompañó a la Reina de la Salsa por el resto de sus días, no fue el primer amor de ella, tal y como lo han reflejado algunos. Me cuenta Adriano que Alfredo León, hijo de Bienvenido León, fue su primer novio. “Nos encontrábamos un día Celia, Alfredo, algunos amigos y yo y de momento se nos ocurrió caminar un poco. Oiga, todo  terminó en una fiesta que dimos en Santos Suárez”. Estando Celia en Puerto Rico- recuerda Adriano- esta le envía unas cartas donde le expresa su amor por Alfredo con quien piensa casarse. Pasado un tiempo, encontrándose Adriano fuera de Cuba se entera de la ruptura del noviazgo entre Celia y Alfredo.
Era Pedro Knight trompetista de la Sonora y, según el propio Radamés Giro, junto a Calixto Leicea formó uno de los dúos de trompeta más importantes de la música en Cuba. Lo cierto es que entre Pedro y Celia creció un amor tan fuerte que solo la muerte pudo separar. En el mundo artístico ambos constituyeron una de las parejas más duraderas y reconocidas. Calificaba Celia a Pedro cariñosamente como su “cabecita de algodón” y a él dedicó algunas de sus piezas. Se le vio en reiteradas ocasiones interpretar juntos algunos temas, específicamente “Tu voz”. A propósito en una entrevista realizada por la periodista Cristina Pacheco el 27 de abril de 1983, confiesa Celia que dicha pieza fue compuesta para ella especialmente por el bayamés Ramón Cabrera. Nada, el tema es uno de los más populares y vale la pena incorporar aquí un fragmento:

Tu voz se adentró en mi piel y la tengo presa.
Tu voz que es tañer de campanas al morir la tarde.
Tu voz cristalino torrente cual una cascada.
Dios te bendiga mi bien tu gracia y tu ser
Que me hacen soñar.

La Reina que soy yo”
Celia fue conocida en el mundo entero por la calidad como cantante, tal y como ya hemos expresado, también por su popularísima frase de ¡Azúcar!, resumen de su orgullo de ser cubana. Cuenta el cineasta Enrique Pineda Barnet que, encontrándose en la ciudad de Miami lo invitan a la grabación de un promocional en el que participaría la Reina de la Salsa. Para su sorpresa Celia lo reconoce y acto seguido exclama: “Mancuntíbiri”, frase del personaje del Negrito en su filme “La Bella del Alhambra”. “Por aquel entonces uno de mis alumnos se encontraba también en Miami y había sufrido un desenlace amoroso que lo estaba afectando. Se lo comenté a Celia y enseguida ella, junto a algunos amigos presentes allí, solucionaron el asunto”, concluye Pineda Barnet quien afirma sentir por la Guarachera de Cuba una admiración única. Hablando de cine, Celia participó junto a Antonio Banderas y Armand Assante en el filme “Los Reyes del Mambo”, cinta que le abrió, hasta cierto punto, las puertas en el público anglosajón, que ya la conocía, eh. Recordemos también su intervención en la telenovela mexicana “El alma no tiene color”.
Nunca imaginó Celia que su figura junto a Benny Moré (uno de sus más grandes ídolos en la música) y el barman Varilla, serían el eje central de la obra “Delirio Habanero” de Alberto Pedro. Y que su persona haría llenar los teatros… de su tierra.
“… cuantos amigos que dejé y cuantas lágrimas lloré…”
Cuando salió de Cuba, Celia dejó no solo a familiares, también a sus más queridos  amigos y admiradores. En sus viajes al exterior, siempre que podía, Omara Portuondo conversaba con su compañera. “No sabes cuánto yo quería a esa mujer”, confiesa detenidamente cuando le pregunté por la Reina Rumba en la presentación del libro “Omara los ángeles también cantan”. Se ríe cuando le comento que Celia decía que para conservar la femineidad, se debía tener presente dos cosas: miedo a las cucarachas y no decir la edad. Otra figura que la recuerda y orgullosamente manifiesta haber sido su camarada es Juana Bacallao. “Yo fui invitada a uno de sus conciertos en Paris, el reencuentro 40 años después”, rememora. Y de sus admiradores (que no son pocos), está por ejemplo Rogelio Conde. En una entrevista hecha por mi amiga Mirtha Guerra, supe que Rogelio, conocido como El Peluquero de las Estrellas, puso sus servicios a favor de Celia  recibiendo la admiración de esta.
“les dejo mi vida y mi voz, muchas gracias por tanto amor”
Falleció Celia un 16 de julio de 2003. Dicen que Pedro le ocultó la muerte de su compatriota Compay Segundo otro orgullo cubano. Su funeral se extendió hasta el 22 de julio y el mundo entero la lloró. Para suerte nuestra quedó su música, su vida,  y lo mejor de todo, quedó su… ¡AZÚCAR!




  Celia Cruz - La Vida Es Un Carnaval (Salsa) by hedyl 

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