jueves, 18 de noviembre de 2010

“Soy muy vital”


Ysmercy, durante su actuación en Fedra
Por Jaime Masó Torres
A propósito de la presentación de la obra Ana y Marta a cargo del grupo Teatro el Público que dirige Carlos Díaz, Mi Tiempo decidió conversar con una de sus protagonistas, la joven actriz Ysmercy Salomón.
Acompañada de una admirable sencillez, Ysmercy nos reveló algunas de sus características y aquellas técnicas que, como artista, no deja pasar por alto. Actriz y profesora de la Escuela Nacional de Arte, Ysmercy logra captar la atención en cada uno de sus personajes obteniendo con ello el premio mayor y más estimulante de todos: el aplauso y reconocimiento del público.
¿Qué elementos no dejas de tener en cuenta  para que cada uno de sus tus personajes ganen en credibilidad?
-Conversando una vez  con un amigo actor, este me decía que él ya no sabía cuáles eran las herramientas que usaba. Uno va aprendiendo y aprehendiendo cosas que luego sin darse cuenta las estás empleando en el personaje. Pero, ¿qué si no dejo de hacer? Pues, leerme bien  el personaje y ver qué puntos de contacto tienen conmigo y qué puedo decir de mí en él, también de mi generación y de mi gente. Yo creo que ya eso es un punto esencial para la credibilidad porque estoy hablando de cosas certeras  y de cosas que son muy válidas no sólo para mí, sino para la gente que me circunda y que forma parte de mi vida. 
Cuando no lo logras, ¿qué pasa?
-Cuando no lo logre puede ser la opinión del público, pero para mi siempre estoy diciendo algo muy claro en lo que estoy haciendo.
Me hablas del compromiso que tienes con tu generación. Ahora bien, con la generación que te antecede, ¿cuáles son las deudas? 
- Mi compromiso es seguir. Los que nos hemos quedado en Cuba haciendo teatro o trabajando en el arte es porque queremos y defendemos lo que estamos haciendo. Hay mucha gente de mi generación  y de la anterior que ya uno lo tiene como un referente muy lejano porque no están. ¿Qué nos queda? Llevar al teatro adelante y no haya retroceso en él aunque cada día las circunstancias materiales y concretas hagan que sea más difícil seguir trabajando.
A propósito, ¿en qué momento entraste al teatro?
-Siempre hice teatro. Desde el círculo infantil hasta el momento que ingresé al Instituto Superior de Arte (ISA). Mi maestro en el ISA fue Carlos Celdrán, y mejor profesor no pude tener y ya a la par hacía teatro profesional. Automáticamente me gradúo, me quedo con Carlos y dos años después comienzo a trabajar con Carlos Díaz. Ha sido una cosa orgánica en mí estar sobre las tablas.
Te hemos visto actuar con actores ya consagrados tanto en el teatro y en la televisión, como es el caso del propio Fernando Echeverría y Broselianda Hernández. ¿Qué se siente al estar junto a ellos?
-¡Imagínate! (Se ríe) Por ejemplo con Broseliana y Fernando ya había trabajado en Fedra. También me pasó con Osvaldo Doimeadiós y Alexis Díaz de Villegas  en La Ramera y en Clara con Mónica Gufantti y Gilda Bello, entre otros. Date cuenta son las personas que uno ha idolatrado desde siempre Recuerdo la telenovela Cuando el agua regresa a la tierra vi el nombre de Broslianda y dije: Nunca se me va a olvidar, porque yo tengo que ser como ella. Y después verme trabajando a su lado, podrás imaginarte. En los ensayos de Fedra la tenía loca porque le decía: Para mí es un gran sueño participar contigo. Creo que es una de las cosas más gratas y buenas que le pasa a los actores: enamorarse, en el mejor sentido, del trabajo de alguien y luego saber que compartes escena con él.
Algunos actores concuerdan en que el teatro es la gran escuela de la actuación. Otros, sin embargo, opinan que puede obstaculizar su tránsito hacia la televisión y el cine. ¿Qué piensa Ysmercy?
-Yo creo que no obstaculiza. Depende mucho del actor porque cada medio tiene su código. Si te acostumbras a una manera de hacer y ya no ves posible hacer la otra y por error llevas un medio al otro ahí es donde empieza la confusión. Ahora si uno entiende la manera de trabajar en el teatro, la asume luego puede trabajar en la televisión y el cine. Los preceptos van a ser los mismos como base. Es como cocinar -y disculpa la comparación es que a Carlos y a mi nos encanta la comida-. Depende para la cantidad de personas que se está cocinando. Cuando uno trabaja en el cine está cocinando como en una ollita de juguetes. Todo lleva la misma sustancia pero en menor cantidad. Cuando lo estás haciendo en la televisión sería en una olla arrocera pero en el teatro requiere de una caldera bien grande como cuando uno hace la comida para el comité.
Sobre tus experiencias en la televisión y el cine…
-En la TV hice un tele play con Charles Medina, Los heraldos negros, y trabajé en un teleteatro con Tomás Piard, El más fuerte. En el cine, Ojos de agua,  una coproducción cubano-rusa y pronto saldrá Larga distancia con Esteban Insausti donde hago un personaje dentro de las cuatro historias.
¿Cómo resulta el contacto de Ysmercy con sus alumnos cuando estos acuden a algunas de tus presentaciones?
-Es un regocijo. Yo imparto clases, sencillamente, porque no puedo dejarlo de hacer. Para mí van a la par, transmitir lo que me está pasando y recibir de ellos como estarlo probando en el escenario. Siempre cuando sé que hay un alumno mío en alguna de mis funciones se la dedico a él, resulta un orgullo.
¿Tú mayor crítico quién es?
-Creo que yo misma. Soy muy exigente y perfeccionista  con mi trabajo. Por ejemplo, trato en cada función agregarle algo nuevo a mi personaje.
Hablemos de tu personaje en la obra Ana y Marta…
-A mí me pasó algo muy curioso con el personaje de Marta que es el que interpreto en la obra. Carlos me dice: Vas a leer Marta pero no es el personaje que vas a interpretar. Por lo tanto entré de una manera muy desperjuiciada a Marta y al final me apasioné con el personaje pues lo veo en muchas de las personas que me rodean. Un día alguien fue a ver un ensayo y me dijo: Ysmercy ten cuidado porque estás muy vital con tu cuerpo y estamos trabajando con una edad y le contesté: Ysmercy es muy vital y tiene mucha fuerza. Todos los personajes tienen  de mí. Sola fui doblando la mano, el pie, la boca… Marta ha venido a mí y ha sido un placer recibirla con las puertas abiertas.
La actuació de Ysmercy en esta obra será recorda
¿Qué te enorgullece del teatro cubano de hoy?
-La fuerza con la que estamos trabajando, eso me enorgullece. Sin embargo me entristecen las pocas posibilidades que, a veces, tenemos para crear. A veces uno quisiera hacer más pero en ocasiones hay muy poco material. Espiritual sobra y eso también me alegra. Nos mantenemos, hacemos  y estamos halando una carreta fuerte a la que, cada día, se suman más personas a esa carreta y con ganas de seguir halando.
¿De qué manera te imaginas diez años después?
-Con el paso del tiempo tengo un problema (se ríe). Como mucha gente no quiero asumirlo de manera física. Me imagino con las mismas fuerzas de ahora, con las mismas ganas de seguir. Con mucho más trabajo y con el mismo amor que el día en que empecé.


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