miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Habana: 491 años de magia y fuerza


Por Julio Batista
En la primera noche de sus 491 años La Habana dormía apasible, o al menos se veía así desde 21 pisos de altura. Parecía que todos habían olvidado el cumpelaños de la venerable señora, esa que acoge en su seno a todos los cubanos sin importar donde nacieron. A diferencia de casi todas las noches, el malecón estaba prácticamente vacío desde L hasta A , y solo unos pocos carros transitaban la Avenida G.
Para ser un día de celebración en la ciudad el ambiente no parecía festivo. Contrario a lo que ha sucedido en años anteriores, esta vez no se le dio publicidad al aniversario de la villa. Parece que solo los números cerrados merecen ese crédito. Pero a pesar de eso, al menos en mi aula ya desde el lunes estábamos pensando en llegarnos al Templete para darle las tres vueltas a la ceiba, nada, que la tradición y el respeto por ella siempre han formado parte de las costumbres de los cubanos.
Cada año los capitalinos y quienes se encuentran de paso concurren al sitio donde se supone fue realizada la primera misa de la ciudad, allí una ceiba sirve de puente entre el cristianismo de los colonizadores y las prácticas religiosas de los negros esclavos, si alguien quiere un símbolo de quiénes son los habaneros (incluso los cubanos) esa ceiba podría sernos de mucha utilidad.

Sin embargo, el día no me alcanzó para pedir mi deseo a los pies del venerable tronco. Tampoco pude llegarme a las edificaciones de la parte más antigua de la capital, no alcancé a ver a sus negras con vestidos típicos o a los magos que hacen fotografía en pleno siglo XXI con cámaras de principios del siglo pasado.Esas imágenes siempre me acompañan, no necesito verlas todos los días para recordar las arrugas que muestra esta ciudad como trofeo por los años vividos.
Pero en ese momento la sentí extraña, con menos ruido, con menos vida. Y no entendía, no concebía cómo era posible que mi Habana, la Habana de todos, pudiese estar tan silenciosa estando de cumpleaños.  
Sé que el peso de los años va cansando, pero no a La Habana que tiene a su gente para que la ayude a soportarlo, no a esta ciudad que lucha cada día por la vida, a donde vienen a parar las esperanzas y la fe de miles de cubanos que llegan a ella soñando un cambio. Por eso no me asustó su silencio, todos tenemos el derecho de desacansar de vez en cuando, sobre todo si se cumplen 491 años y se carga con más de dos millones de personas a la espalda. 
  Xiomara Laugart - Hoy...mi Habana.- by cubanitowilly 
Quizás la ceiba del Templete tenga el resto del año ocupado intentando complacer todos los deseos de quienes peregrinaron hasta ella, quizás muchos de ellos no se cumplan. Lo más importante fue pedirlos, contemplar una vez más el parque Céspedes, el Castillo de la Real Fuerza con su Giraldilla, la Plaza Vieja y el Palaciode los Capitanes Generales. Lo realmente importante fue rencontrarse con esa parte de la ciudad, alejada del bullicio de los autos y los ómnibus.
Por eso me acosté tranquilo, después de despreciar la idea inicial que me daba vueltas en la cabeza, La Habana seguía allí, a mis pies, viva, palpitante, llena de fuerza; y muestra de eso era la pareja que se sentó en el gran muro de ocho kilómetros. Aún así había poca gente en el malecón, y casi ningún carro en la Avenida G; pero no era nada grave, solo se estaban tomando un descanso al igual que nuestra villa, que dormía en paz la primera noche de su 491 aniversario.

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