jueves, 2 de diciembre de 2010

“Yo me sobrepongo al llanto”


AURORA BASNUEVO, LA PRIMERA MUJER CUBANA EN RECIBIR EL PREMIO NACIONAL DE HUMOR, CONOCIDA COMO "LA MULATÍSIMA" COMPARTE CON NOSOTROS ASPECTOS DE SU VIDA PROFESIONAL Y PERSONAL
Por Jaime Masó Torres
¿Un título así para la entrevista de Aurora Basnuevo? Casi ilógico, pero más allá de intentarnos hacernos reír, la personalidad de Aurora, como todo ser humano, está matizada por momentos amargos, aunque nos arranque una carcajada por la radio o la televisión. Aquí se nos presenta, nuevamente “La Mulatísima”, no para decirnos “que la niña no tiene miedo” sino para hablarnos brevemente de su vida, intensa ¿por qué no?
Muchos artistas confiesan en sus entrevistas que desde niños sintieron la vocación por el arte, convirtiendo la frase en un cliché. En su caso, ¿fue realmente así?
-No, yo no pensé que tenía cualidades para el arte, eso se fue descubriendo poco a poco. Era una niña que le gustaba mucho la escuela. Yo nací en Colón, provincia de Matanzas, allí mi papá tenía casas y ya al los tres años me llevaban a la escuela.
¿Quién era la doctora Candelaria Candela?
-(Se ríe). Eso me lo decían a mí en la escuela. Se trataba de un personaje que salía en la radio y en la televisión que usaba espejuelos como yo.
Usted se da a conocer en la Corte Suprema del Arte…
-Sí. En el teatro de la Escuela Normal algunas de mis amiguitas me oían cantar en el salón de alumnos, yo imitaba a las cantantes que estaban de moda en aquel tiempo y precisamente allí debuté cantando el tango Uno. Después me embullaron para asistir al programa de José Antonio Alonso, “Buscando Estrellas Nacientes”. Mi mamá no quería, pues tenía la peor idea de lo que era una artista. Recuerdo que el programa comenzaba a las 6 de la tarde. En el baño de CMQ me puse un vestido de una de mis compañeras y me presenté, ganando así el primer premio. Luego hicieron una eliminación de eliminaciones, vuelvo a interpretar el mismo tema con un guitarrista que era amigo de la casa y es cuando salgo Estrella Naciente.
Cuentan que cuando José Antonio Alonso la descubrió, enseguida se la recomendó a Isolina Carillo…
-Sí señor. Él le dijo a Isolina que me prepara, que yo tenía muchas posibilidades y que le gustaba mi manera de expresarme pero que no imitara a nadie. Así, Isolina empezó a montarme números que yo no conocía, casi todos de su autoría y de otros compositores. Allí conocí a Mario. Establecimos una relación muy bonita.
En un inicio, ¿cómo venció el machismo de un esposo que no toleraba la idea de que se convirtiera en artista?
-Eso fue con mucho interés de mi parte. Imagínate, guantanamero, joven, bien parecido, primer actor y yo maestra normalista.
La imagen de Aurora Basnuevo en Cuba es la de una mujer alegre y puramente optimista, mas, como todo ser humano ha pasado por momentos amargos. ¿Cómo se sobrepone a las angustias cuando estas tocan a su puerta?
-Eso es bastante fuerte pero eso lo hacemos casi todos los artistas. El arte nos impulsa a seguir. Yo he tenido momentos muy duros con enfermedades de mi familia, mi hijo. En esos casos, suspiraba profundo y jamás suspendí alguna de mis funciones.
¿Es usted de las que ríe aunque por dentro esté destrozada?
-Sí, cómo no. Además, en esas circunstancias uno se crece para ocultar el llanto.
Nacer con una vis cómica constituye un don de la vida. Están los que no la aprovechan pero en su caso a hecho gala de esta virtud. ¿Siempre está preparada Aurora Basnuevo para hacer reír?
-Mira, yo no sabía que tenía posibilidades para el humor. Eso lo descubrió Héctor Quintero en su primera obra Habitación 406. Yo estaba de oyente en el grupo de teatro Rita Montaner bajo la dirección de Cuqui Ponce de León. En aquel tiempo ya estaba el machismo de Mario que no quería que cantara, ni nada. Un buen día Miguel Montesco, que era actor del grupo y estaba dirigiendo la obra de Quintero, al enfermarse la actriz protagónica me dice que era yo quien iba a interpretar ese papel. Un día antes del estreno, recuerdo, le dije a Mario que fuera a ver el ensayo y me dijera qué le parecía. Cuando terminé de ensayar me dice: “¿Tú vas a hacer eso? No le hagas caso a esa gente, lo que vas a ser es un papelazo”. Y yo empecé a llorar. Cuando Héctor y el director me vieron así, dijeron: “Oye no le hagas caso, él está celoso”. Nada, al otro día después del estreno toda la prensa estaba a mi favor. La obra fue un éxito.
Se habla de Aurora y obligatoriamente sale a escena su personaje de  Estelvina en el programa  radial Alegrías de Sobremesa. ¿Constituye Estelvina, por casualidad,  un "refugio" para la Basnuevo?
-No, no. Es tan solo un personaje. Estelvina no soy yo, es un personaje que hace ya 45 años vengo interpretando. Forma parte de mi vida y del pueblo. Pero yo no soy así.
Fue usted la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Humor. ¿Se considera realmente una humorista o una actriz con cualidades para el humor?
-¡Una actriz con cualidades para el humor!
Para Aurora la "suerte" en el cine viene gracias a los directores extranjeros. En Cuba, de cierta manera,  no ha sido así. ¿Le incomoda que tal situación suceda alrededor de su figura?
-Eso es el riesgo de Estelvina. Hay directores que no me daban un personaje dramático porque creían que iba a ser Estelvina. No así con los directores extranjeros que me miraban como una actriz. Sin embargo Humberto Solás sí me conocía y confió en mí para darme el cortometraje Adela.
 ¿Cuáles son los problemas que perturban a Aurora Basnuevo?
-Me perturba el engaño, la hipocresía. Me perturba que la gente no sea seria.
Mario Limonta y usted constituyen una de las parejas más duraderas en el mundo artístico. ¿Sobre la base de qué descansa el éxito de su matrimonio?
-Del amor y sabernos sobrellevar. Ninguno interferimos en nuestras carreras. La vida nos unió en el arte y nos respetamos mucho. Hay veces que no todo es color de rosa, chocamos por algo, pero al final uno de los dos tiene que bajar la parada. Y así llevamos más de 50 años.
¿Por casualidad, ha pensado en el momento en que,  irremediablemente, no pueda trabajar más? ¿Cómo lo enfrentaría?
-Sí he pensado y cuando lo hago me deprimo. Yo mientras tenga vida y fuerzas voy a seguir trabajando.
Si el "destino" le hubiese dado la oportunidad de formar una familia numerosa, un esposo ideal y todo lo necesario para vivir. ¿Renunciaría a esta vida?
-No, yo la vida la disfruto mucho. Soy una gente que se siente querida y realizada. El pueblo me respeta y eso que de verdad no lo cambio por nada en el mundo.
A propósito, ¿qué representa ese pueblo para Aurora Basnuevo?
-¡La vida! Yo trabajo para él, que sinceramente, no lo veo como un trabajo sino un placer. Sí, el placer de alegrarle la vida a la gente. Mi familia es el pueblo.

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